lunes, 27 de octubre de 2014

OTRA VEZ UN NUEVO CURSO

Bienvenidos jóvenes, pasen, están en la casa de los libros (que, si no son leídos, palidecen. Así que enciéndanlos con la mecha de su mirada y, sobre todo, su comprensión). Ya sé que habrán reparado, como atentos lectores, en la paradoja del título de la presentación: ¿lo nuevo puede suceder otra vez? ¡Claro! De este modo acontece con los clásicos, cada vez que los leemos, renacen.

No vamos a hablarles de concursos y premios (haberlos, haylos) en los que, en cualquier caso, pueden participar durante cada uno de los trimestres; ni de su formato (texto, música, vídeo, dibujo…), sino de la necesidad de que ese incendio silencioso, ese bosque universal de las palabras, encuentren su cauce (pues también los libros son ríos de emoción, reflexión y acción) en ti mismo, lector, y puedan despertar a ese otro tú adormilado que siempre va contigo.

Hablemos del INFIERNO, que es el tema de este primer trimestre. Porque si, desde pequeños, nos educan para el Bien, ¿qué ocurre con el Mal? Inevitablemente sucede. Y ésta es únicamente una cuestión moral. Supondrán ustedes, podrán imaginar, que el Mal es un ente metafísico muy real (e histórico), que podemos encontrarlo en ese suculento plato de callos, aderezado en el disimulado sabor de este o aquel veneno, con el que se dispone a almorzar por última vez.


El Infierno puede ser virtuoso, placentero o compasivo, no sólo maligno. Las páginas de la selección de textos (Las Flores del Mal: Y el Infierno se hizo Verbo) constituyen un recorrido fértil y sabroso por los senderos de lo prohibido (esa madre severa, aburrida y moral). Disfruten, por qué no, bañándose en las aguas de la maldad, olviden aquello de Vade retro…

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