sábado, 5 de abril de 2014

EL MOVIMIENTO: DE AQUÍ AL MÁS ALLÁ. TERCER TRIMESTRE, IES JOSÉ CADALSO, 2014

El tema seleccionado desde la Biblioteca Escolar para cerrar el curso (todo tiene su fin, incluso las clases, aunque este happy end aún se divise en lontananza) es "El movimiento", asunto no carente de interés (desde los orígenes de la humanidad) y de vigente actualidad (si no, querido alumno, piense en su reacción cuando escucha el toque de fuga al final de la larga jornada académica; piense, sobre todo, en el viernes...).

El movimiento, el viaje como experiencia ética y espiritual (placentera, por supuesto) es un ingrediente para escapar de las garras de la cultura de campanario y el localismo universal que nos asedia cada día con su invisibilidad explícita y castradora. Así que ¡viajen con nosotros! al ritmo que marcan las dinámicas líneas que van desde Homero a Herbert George Wells, pasando por Marco Polo, Colón o Kavafis, sin olvidar la fantasmal e imponente figura que fue Emily Dickinson.

En esta ocasión, el cartel anunciador es gentileza de Manuel Leguizamón (1º de Bachillerato A), quien ha resultado ganador del concurso realizado por el profesor Antonio Domínguez en la materia de Proyecto Integrado. Enhorabuena, Manuel.



Les dejamos, ignorados y venideros lectores, con las líneas de presentación del tema que han sido enhebradas por la certera y perspicaz aguja de la profesora Encarnación Porcel, del Departamento de Física y Química. ¡Pasen y lean!

El movimiento: de aquí al más allá

            Este último trimestre, desde la biblioteca, te invitamos a viajar, a moverte pero ¿en qué sentido?
            Si te asomas a una clase de física oirás que el movimiento se define como “todo cambio de posición que experimentan los cuerpos en el espacio, con respecto al tiempo y a un punto de referencia”. Aunque no es la única definición posible. En general, podemos decir que esta palabra abarca mucho más que una modificación de posición, hace referencia también a cambios culturales, sociales, políticos, económicos y personales.
            El ser humano tiene una característica que lo hace muy especial: no sabe estarse quieto. Ni en su interior ni en su exterior. Nos gusta movernos. Pero, además, nos gusta saber de otros que antes se han movido. O que se mueven. E incluso que imaginan que se mueven.
            Cuando Ulises intenta regresar a su Ítaca perdida, saltando de isla en isla tras destruir Troya, enfrentado a los mil juegos crueles de los antiguos dioses, está conformando una de las primeras novelas de aventuras de la historia. Podemos imaginar a sus lectores (u oyentes) de entonces embelesarse con aquellas escenas que tomaban, seguro, por ciertas. ¿Y qué decir de los viajes de Marco Polo? Entonces se invierte la imagen: un comerciante que, a su regreso de años de experiencias, escribe el libro de las maravillas que, efectivamente, maravilla a Europa pero, ay, que todos toman por ficción, para desdicha de su autor.
            Descubridores y conquistadores de las primeras tierras americanas exploraban guiados por la codicia, pero igualmente por ese afán de moverse, de seguir hacia adelante. En sus mentes se abrían paso las imágenes de tierras descritas en los libros de caballerías y no es extraño que buscaran, en la realidad, la fantasía de El Dorado o de la fuente de la eterna juventud. Y cuando el viaje es enteramente fantástico, sin posibilidad ya de error, como cuando Gulliver erra entre enanos y gigantes, sabios y yahoos; o los submarinos recorren miles de leguas mientras formidables gentlemans victorianos salen en pos de la puntualidad superlativa… también entonces nos emocionamos con sus intrincadas aventuras. Aunque sepamos sin lugar a dudas que son mentira. Porque viajamos con ellos. Nos movemos, sufrimos y gozamos con ellos, eso sí, desde la comodidad de nuestro sillón cómplice.
            Viajar no es sólo un desplazamiento físico. Cuando lo hacemos en la realidad, nuestro interior cambia a la par que los paisajes y personas que encontramos por el camino. Pero cuando lo hacemos a través de las páginas de los libros, ese mismo interior también se mueve y muta. Puede que siempre andemos en busca de un más allá tanto fuera como dentro de nosotros, de una frontera que atravesar hasta la próxima frontera. No somos animales que migren, o ganado que busque su pasto de invierno. Somos mucho más. Un espíritu que otea el horizonte pensando qué habrá tras él. Y que dice: ¡muévete!


Encarni Porcel

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